181. Dionisio Gutiérrez: Los pilares de la civilización

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180. Encontrar oportunidades en la complejidad

Editorial del programa Razón de Estado número 181


 

 

En un mundo inundado de información irrelevante, de noticas falsas, promesas peores y desinformación, tener, contar y vivir con los valores que construyen sociedades libres y prósperas; tener claridad y convicción sobre las batallas que se deben dar y sobre el camino que se debe seguir, es poder real.

Ver y estudiar la historia de la especie humana a través de los momentos estelares que, en miles de años, definen nuestro presente, nos permitiría descubrir cómo hemos evolucionado, desde que el humano fue capaz de ponerse de pie, cuando logramos la separación del átomo, pasando por la llegada a luna y la identificación del código genético de la vida, hasta la inteligencia artificial y el trasplante de órganos que podrían ser eléctricos para que los seres humanos de hoy, aspiremos a seguir los pasos de Matusalén.    

La realidad es que los conflictos, los desafíos, las oportunidades y las aspiraciones para alcanzar metas y conquistar bienestar y felicidad, han sido un eje transversal a través de la historia de la humanidad.

Las luchas de poder se siguen dando por las mismas razones. Los seres humanos nos seguimos matando por las mismas excusas. Lo que nunca ha cambiado es el deseo de superación y la lucha por alcanzar metas más altas y mayores niveles de bienestar. Muchos lo han logrado. Demasiados se han quedado atrás.

Dice un gran escritor contemporáneo que los humanos estamos atrapados en los sueños de gente que murió hace miles de años. Repetimos una y otra vez las mismas prácticas y las mismas dinámicas; y en algunos casos esperamos, sin éxito, resultados distintos.

La realidad es que las prácticas son las mismas. Las formas han cambiado. Se podría decir que hoy somos más civilizados, aunque a veces, se hace evidente que esta afirmación es cuestionable.  

La que es cierto, es que, en su lucha por sobrevivir, en Siglos anteriores, los humanos terminaron controlados y sometidos por reyes, curas y generales; y dominados por sistemas autoritarios y represivos.

Una de las preguntas agobiantes que choca con la realidad del presente, es si por el hecho de que la historia de la humanidad está marcada por ciclos, no estaremos entrando o cayendo en uno de esos que nuestros antepasados ya vivieron, y que, aunque sirvió de lección para las generaciones que les sucedieron, ellos lo pasaron mal.   

Es indiscutible y lamentable que sigamos viendo que las guerras o las luchas de poder, la corrupción, la impunidad, las plagas, el hambre, la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades son consecuencias inherentes a la condición humana por nuestra incapacidad de evolucionar con más efectividad.  

Nos atrapa la ambición, nos contamina la ideología, nos hunde en la miseria el desprecio por nuestra propia especie.     

Al final, no importa cuántas penas y dolores tengamos que pasar para superar los desafíos de nuestro tiempo. Lo que debemos saber y entender con claridad, es que los pilares de la civilización moderna y próspera como hoy la conocemos; esos pilares de esa parte del mundo que es desarrollado y tiene altos niveles de bienestar, son simples, claros y conocidos. Libertad, democracia, responsabilidad individual y leyes que todos respetan por igual.

Estas son las batallas que merecen ser peleadas. Estos son los momentos estelares que la especie humana necesita volver a vivir. Estas son las razones por las que se puede vivir con optimismo. Y mientras sea en libertad, estas son las causas por las que vale la pena morir.

 

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