199. Dionisio Gutiérrez: Elegir mal se vale, pero en democracia

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199. Dionisio Gutiérrez: Elegir mal se vale, pero en democracia

Editorial del programa Razón de Estado número 199


 

Desarrollar una nación toma 20 años si su economía crece 6 puntos porcentuales por arriba del crecimiento de la población durante 20 años; pero esto solo es posible si la política funciona desde instituciones democráticas que garantizan elecciones libres, la división de poderes y el respeto al Estado de Derecho que ofrece certeza jurídica. Esto solo es posible si la política es tripulada por estadistas y tecnócratas honorables, decentes, que articulan políticas públicas que promueven la inversión; esa inversión que genera oportunidades sólidas de trabajo, y políticas públicas que responden de forma coherente y efectiva a la problemática social.  

En América Latina, solo Chile y Uruguay lo están logrando. Bueno, Chile lo estaba logrando. Hoy vive una pesadilla que esperamos sea temporal. Hoy está cayendo en un precipicio del que esperamos salga pronto, o se perderá la nación que, con todo y sus problemas, fue, hasta hace poco, el faro de luz, el gran referente de América Latina.

El Perú, durante 10 años tuvo números económicos y sociales extraordinarios pero la política estuvo en manos de delincuentes. Y cuando la política no funciona, los países terminan, como lo está hoy el Perú, gobernados por títeres analfabetos de la extrema izquierda. La destrucción es inminente.

Colombia luchaba por consolidar su modelo de desarrollo con los valores que lo hacen posible, pero esa gran nación fue asediada y saboteada los últimos años por los enemigos de la libertad y por narcoterroristas dirigidos desde Caracas, hasta que llevaron a Petro, el guerrillero marxista, al poder.

Para el Occidente libre, perder Colombia es un golpe mortal.

Ecuador sufre hoy el mismo embate terrorista que antecede la toma del poder por la izquierda radical, como lo hicieron en Chile y Colombia. El honorable presidente Guillermo Lasso, un estadista y un demócrata, resiste con valor y firmeza a los enemigos de la libertad.

Desde esta tribuna, enviamos nuestro respeto y solidaridad al Presidente Lasso, quien lucha por la sobrevivencia de la democracia y la libertad en Ecuador.

Los pueblos se pueden equivocar; es más, nos equivocamos casi en todas las elecciones. Los pueblos latinoamericanos llevamos demasiados años eligiendo al menos malo que casi siempre resulta peor que el anterior; pero las otras opciones eran impresentables.

Si esa equivocación, ese mal elegir dura 4 años, y se puede elegir a otro presidente, en elecciones libres y democráticas, se esperaría que los pueblos vayamos aprendiendo, por un lado, a exigir más calidad en la oferta política; y por otro, elegir a los mejores; no al que se cree como al menos malo.

El problema, lo grave, la mayor amenaza, se presenta cuando llega al poder un autócrata, sociópata – delincuente, por la vía democrática, y desde la silla presidencial retuerce y decapita la norma democrática y se perpetúa en el poder, como dueño – déspota de finca del Siglo XIV, convirtiendo una nación entera de seres humanos en campo de concentración de esclavos viviendo en la miseria.

Ahí están los dictadores en Cuba, Nicaragua y Venezuela, asesinos ejemplares de democracias y libertades. Y si los demás pueblos de América Latina no despiertan, me temo que esa lista aumentará.    

Es cierto que, en gran medida, las puertas a ese infierno se abren como consecuencia de la corrupción y la incompetencia de la derecha; y debido a la indiferencia y la ignorancia de las élites, en especial, la académica y la económica.

También debe quedar dicho que el eje chino – ruso y sus satélites detona, promueve y apadrina el caos que vive Occidente.

Desarrollar una nación toma 20 años de trabajo, disciplina y sacrificios. La mentira que vende la izquierda populista suena bien, pero es mentira.

Si América Latina aspira a vivir en democracia y en libertad – el único camino a la prosperidad de los pueblos – tendrá que asumir con responsabilidad y compromiso los sacrificios que conlleva llegar a la cima del mundo para ser un miembro digno del Occidente libre y desarrollado.     

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