380. Dionisio Gutiérrez: The Creature that Seeks to Surpass its Creator

December 05, 2025
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380. Dionisio Gutiérrez: La criatura que pretende superar a su creador

Editorial del programa 380 de Razón de Estado


Desde la imprenta hasta la electricidad, el hombre ha convivido con el cambio, pero nunca antes una máquina había sido capaz de pensar, aprender y crear. Con la Inteligencia Artificial estamos ante una revolución que puede iluminar o extraviar el porvenir de la humanidad, según el uso que hagamos de ella.

La Inteligencia Artificial es la criatura que pretende superar a su creador, al mismo tiempo que es un desafío civilizatorio. Con su poder nos ofrece, al mismo tiempo, una oportunidad y una advertencia.

En el terreno educativo, puede ser un milagro o una catástrofe. Puede multiplicar el acceso al conocimiento, personalizar el aprendizaje y liberar al maestro de tareas rutinarias, pero también puede atrofiar la curiosidad, adormecer el pensamiento crítico y crear generaciones que sepan buscar respuestas sin haber aprendido a formular preguntas. El riesgo no está en la máquina, sino en quien delega su responsabilidad.

En el mercado laboral, la IA hará con precisión lo que antes requería tiempo, esfuerzo y salario. Miles de oficios desaparecerán, pero otros tantos nacerán. No es la primera vez que la humanidad enfrenta un cambio de era, ya lo hizo con la revolución industrial, pero sí es la primera vez que la sustitución se produce en el terreno del pensamiento. El trabajador manual fue reemplazado por la máquina; el intelectual lo será por el algoritmo.

La máquina sabe de cálculo, velocidad y precisión, no de empatía, creatividad e intuición moral. Por eso la educación debe cambiar su esencia. No basta con enseñar datos: habrá que enseñar criterio. No basta con formar técnicos: habrá que formar personas capaces de pensar por sí mismas en un mundo donde la inteligencia será abundante, pero el juicio, escaso.

La comodidad digital puede convertirnos en seres dependientes, incapaces de pensar sin asistencia, de crear sin modelo, de decidir sin algoritmo. La libertad exige esfuerzo, y la inteligencia artificial amenaza con suprimir ese esfuerzo en nombre de la eficiencia.

Si la IA se pone al servicio de la educación, del trabajo digno y del progreso moral, puede abrir una era de prosperidad y conocimiento sin precedentes. Si, en cambio, se convierte en sustituto del juicio humano, nos conducirá a la más sofisticada forma de servidumbre.

La inteligencia artificial podrá aprenderlo todo, menos lo que significa tener alma. Y es ese misterio, el de la libertad y la responsabilidad, el que seguirá marcando la diferencia entre el hombre y su creación.

 

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