131. Un hombre bueno… y la justicia

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131. Un hombre bueno… y la justicia

Editorial del programa Razón de Estado número 131

 

Esta semana perdimos a un querido amigo y colega con quien compartimos una de las profesiones que más progreso y beneficio han dado a la especie humana.

Guatemala perdió a un gran profesional, hombre bueno, joven, de corazón noble, alegre, optimista, generoso.

Hijo entrañable, padre ejemplar, hombre de familia. Siempre estuvo cerca del cielo, pero hoy, desde allá, será el guardián de su gente querida. 

Jorge Mario era su nombre y la historia lo recordará como a uno de los grandes.   

Estas son las lecciones de humildad que la vida nos da. Porque la vida es un suspiro, porque no la tenemos comprada. Es más corta y fugaz de lo que todos creemos.

Por eso, sorprende tanto que los humanos no aprendamos que, así como en la vida personal, en la vida de las naciones, donde estamos todos, respetar el valor de la Constitución como fundamento y condición de convivencia es lo que nos hace humanos.

En medio de tanto dolor por los seres queridos que hemos perdido por el destino, la pandemia, la pobreza, la violencia; en medio del subdesarrollo político que padecemos, el peor de todos, que nos tiene atrapados en el cuarto mundo; en medio de contradicciones, indiferencia y sobredosis de soberbia, la nación guatemalteca libra en estos momentos una batalla que definirá el futuro de varias generaciones de ciudadanos.

Es la batalla de las Cortes, los jueces y la justicia. Es la batalla que concibe que la Constitución sea el marco respetable y respetado donde cabemos todos.

Por eso, es imprescindible y apremiante rescatar el paradigma liberal, representativo y democrático donde la división de poderes que establecen la República y el Estado de Derecho se respetan porque definen la forma de gobernarnos.

Para redimir la esencia y el significado de un Estado Democrático de Derecho es imperativo recuperar el compromiso con lo público, reivindicar el sentido del respeto a la ley, volver al valor de honrar juramentos y cumplir con la palabra que se da.   

En medio de estas batallas por construir una nación con mayúscula, la decencia y la nobleza obligan a que rindamos homenaje a nuestros caídos recordando que existe una Justicia que no comprendemos; una Justicia más grande que la justicia de la tierra, a la que tantas veces pretendemos burlar.

Guatemala, su historia y sus números duelen con frecuencia. Guatemala está pagando un alto precio para ser nación de verdad; pero somos tierra de gente libre y valiente; por eso, ese día llegará.

Con estas palabras por un mejor país para sus hijos y en honor a un hombre bueno; como sé que nos seguiremos viendo en las alturas, ¡hasta siempre Jorge Mario!    

 

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