118. Retroceso de 40 años o la Guatemala posible

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118. Retroceso de 40 años o la Guatemala posible

Editorial del programa Razón de Estado número 118 

 

Durante las tardes del 21 y el 28 de noviembre, Guatemala retrocedió 40 años y trajo a la memoria –esa memoria que nos pertenece a todos –aquellos días de operaciones encubiertas, aquellos días de violencia y represión brutales, en los que pocos de los que alzaron su voz sobrevivieron.

La década de los 80s dejó los cimientos y las raíces de los conflictos que, hasta hoy, hemos sido incapaces de superar; conflictos que nos dividen y nos separan. Diferencias que persisten, que en muchos casos promovemos, y que hacen imposible alcanzar acuerdos.

Es en esta sociedad rota, partida y repartida, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha; trincheras que unos han asignado a otros, donde nadie confía en nadie y todos descalifican a todos; es en esta sociedad de escasos líderes, élites lejanas e indiferentes, ciudadanos defraudados; es en esta nación donde la peor escoria de la sociedad ha tomado el control de la política y del Estado.

El Congreso de la República, desde hace muchos años, es el epicentro de las desgracias públicas, la madriguera donde se cocinan los delitos y la corrupción que ofenden y empobrecen al ciudadano y degradan la democracia.

En el Congreso de la República está el pelotón de fusilamiento de la democracia; pero esos diputados no se enteran, están ocupados engañando a sus electores; pero especialmente, engañándose a si mismos. Su mediocridad, su ambición, su egoísmo y su infinita soberbia les nublan la razón. Solo abrirán los ojos cuando sean ellos quienes están frente al paredón de la justicia y de la historia.

Por eso hoy, la esperanza de Guatemala está en su presidente y en el ciudadano. Estamos a tiempo. Nunca ha tenido más éxito un gobernante que cuando gobierna con su pueblo y para su pueblo. Y nunca han avanzado más la democracia y la nación cuando se toman las decisiones difíciles e incluso dolorosas, pero son las decisiones que exigen el pueblo y la historia.

Las demandas de hoy son justas, razonables y necesarias. Queremos una junta directiva en el congreso que represente los intereses de la democracia y de la nación, no las fechorías de los delincuentes que hoy la forman. Queremos que el Congreso elija Cortes de Justicia y que apruebe un presupuesto que honre al ciudadano y responda a sus necesidades. Queremos ministros de Estado que respetan la ley. Queremos discutir las 4 reformas que el Estado necesita; la primera de ellas, la Reforma Electoral, para evitar que el Estado y la democracia sigan en manos de embaucadores que se hicieron diputados para delinquir con impunidad.

Estas son las decisiones de Estado que devolverían gobernabilidad y estabilidad a nuestro país.

Guatemala está en un delicado punto de inflexión; en un momento de su historia en el que debemos cuidar la democracia que todavía no nace. Una democracia que está en gestación y que necesita a sus mejores dirigentes en todos los sectores de la sociedad.

Hay una Guatemala posible, la Guatemala que queremos dejar a nuestros hijos. La misma que será implacable para juzgar la calidad de ciudadanos que fuimos en los momentos en que la nación exigía hacer los esfuerzos suficientes y los sacrificios necesarios para que dé a luz la democracia republicana y de derecho que garantiza los derechos y las libertades ciudadanas.

 

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